“Hay dos estéticas: la pasiva de los espejos y la activa de los prismas. Guiado por la primera, el arte se transforma en una copia de la objetividad del medio ambiente o de la historia psíquica del individuo. Guiado por la segunda, el arte se redime, hace del mundo un instrumento y forja su visión personal”.
Jorge Luis Borges, El Hacedor.
Navarra, territorio que atravieso desde hace casi 30 años para regresar a la casa familiar en la Rioja, en unos años vio nacer y desarrollarse numerosos parques eólicos que no sólo introdujeron grandes molinos blancos en el entorno, sino que han transformado el recorrido de nuestros ojos al leer el paisaje que ya no miran de forma horizontal sino que ascienden y descienden con el movimiento de los gigantes blancos.
Esto cambia ineludiblemente la manera de fotografiar un paisaje antes homogéneo que ahora se nos muestra lleno de contrastes: la horizontalidad de la vegetación con la verticalidad de los molinos. Los tonos verdes y marrones frente al blanco inmaculado, la apariencia perenne de lo artificial frente a lo caduco y cambiante de lo natural…
El movimiento de las palas, el tamaño impresionante de las torres, las formas geométricas dibujadas sobre el paisaje, las sombras alargadas sobre la planicie creando escorzos y abstracciones o la imposibilidad de obtener dos veces una imagen similar, me encaminaron hacia un proyecto fotográfico que inicialmente pretendía únicamente reflejar el cambio generado en la horizontalidad del territorio y sus consecuencias en la manera de mirarlo.
Comenta Steve Yates en Poéticas del espacio (Editorial Gustavo Gili. Colección FotoGGrafía. Barcelona, 2002. Pg. 169) que “un número cada vez mayor de personas en el campo de los estudios de la percepción reconocen que lo que percibimos es el resultado de una interacción entre el acontecimiento, por una parte, y la experiencia que ponemos en juego en el momento de la percepción, por otra”. Por este motivo, para mí es tan importante la experiencia visual previa en el territorio que lastra de algún modo la mirada y nos obliga a deconstruir la nueva experiencia para recomponer un paisaje que nos es al mismo tiempo propio y ajeno.
La evolución natural del proyecto dio como resultado un conjunto de imágenes que intentan reflejar la fragilidad, el extrañamiento y el movimiento en un entorno vital que plantea numerosas cuestiones sobre paisaje y artificio.
La visión de los aerogeneradores es patente desde la carretera. Para los locales forma parte cotidiana del territorio mientras que para los turistas estos molinos son el paisaje. Mi intención no es criticar los efectos de la contaminación visual (y de otros tipos) que pudieran traer consigo los parques eólicos sino tratar de encontrar una manera de expresar los cambios que se han producido en un paisaje que me era propio y que tras un largo periodo de ausencia había sido objeto de un proceso de extrañamiento.
Intenté trabajar con panorámicas, pero la imagen continuaba siendo estática. Tenía postales, pero seguía sin conseguir la sensación de movimiento, pérdida de perspectiva y cambios de luz que buscaba.
Tras numerosas pruebas con imágenes panorámicas y otros formatos, finalmente opté por la fragmentación de las imágenes, la alteración del color y el contraste de luces entre los diferentes fragmentos que componen la imagen. Aunque he revisado muchos trabajos de Land Art y de fotografía de paisaje, la respuesta a mis necesidades para este proyecto concreto me llegaron de dos artistas completamente diferentes: por un lado David Hockney y por otro Lara Baladi. Del primero me interesa su teoría sobre la perspectiva y la manera “real” de mirar y de la segunda su sensibilidad por la luz y el color
Dice David Hockney en Hockney y la fotografía. Conversación con Paul Joyce (entrevista publicada en la revista XXX, publicada originalmente por Jonathan Cape, Londres) que tras una época en la que los fotógrafos abusaron del gran angular “todo estaba distorsionado de una manera que no era real. Eso era lo que me desanimaba; las cosas nunca se ven así. Sabía que había algo profundamente equivocado en todo aquello. Pensé que prefería ensamblar las fotografías; aunque no coincidieran era más interesante, más honrado, y te daba una mayor sensación de espacio”. La misma sensación descorazonadora tuve frente a las imágenes tomadas en los parques eólicos. La impresión que causaban al natural no se trasladaba a las fotografías, tampoco el movimiento ni los sentimientos contradictorios que me provocaba la mezcla de artefactos y naturaleza.
Tras varios intentos, decidí probar los collages o ensamblajes de fotografías que estaba utilizando para otro proyecto fotográfico en el que necesitaba una gramática visual que me permitiera jugar con el espacio, la perspectiva y el tiempo. Funcionó: encontré la manera de fotografiar el paisaje incluyendo el movimiento y mi propia experiencia en las imágenes. Posteriormente he utilizado esta misma manera “cubista” de afrontar el movimiento y la perspectiva en otros proyectos.
La sensación de fragilidad, movimiento y asombro se refleja en el modo en que las fotografías no encajan por completo las unas con las otras, creando una incomodidad visual que resulta interesante. Hockney afirmaba: “Descubrí muy pronto que no tenía por qué hacer coincidir las fotografías en absoluto. (…) Los ensamblajes eran mucho más fieles a la manera en que observamos las cosas, se acercaban más a la experiencia real”.
De Hockney tomo ese deseo de transmitir la incomodidad visual, la pérdida de la perspectiva lineal, la sensación de movimiento y, sobre todo, la mezcla de fragilidad y asombro que invade a quien se sitúa a los pies de un parque eólico.
Cuando se observa de cerca un aerogenerador, la mirada va subiendo hasta quedar deslumbrada por la luz del cielo contra el que giran las palas. Al deshacer el camino de la vista, los ojos tardan unos segundos en adaptarse a la nueva situación lumínica. Esta sensación no podría ser traducida con imágenes perfectamente medidas en las que la luz resultara homogénea. En este proyecto he optado por jugar con la luz, el contraste y con una pequeña sensación de espejismo producida por la alteración de los colores y de las leyes tradicionales de la fotografía de paisaje más purista.
En este proyecto he intentado transmitir la sensación de contradicción y complicación que percibo frente a estos nuevos bosques artificiales de producción eólica sin perder de vista los detalles y un importante matiz de luz, color y movimiento que para mí resulta consustancial a la experiencia.